En las librerías analógicas entra cada día un ejército de gente con el objetivo expreso de no comprar. Decimos que son no compradores activos porque antes de decidirse a no comprar hojean largamente el libro que no les interesa. Cabe suponer que este tipo de consumidor inverso, al llegar a casa, y cuando su cónyuge le pregunta de dónde viene, le responde que de no comprar unos libros. ¿Y cuáles no has comprado? Pues no he comprado el de Auster, ni el de Ken Follet ni el de Almudena Grandes, ni el de Vargas Llosa... No comprar fatiga mucho, sobre todo si te pasas una tarde entera no comprando a Cervantes, Tolstói, Flaubert, Dostoievski, Kafka, Joyce... Creo que los libreros detestan a este espécimen porque ocupa mucho espacio, utiliza el servicio y deteriora la mercancía
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