En el edén sueco también hay serpientes. Y muerden. Lo descubrieron entre 1986 y 1991, con el asesinato del primer ministro Olof Palme y la aparición del primer criminal en serie xenófobo. A bocajarro, iba eliminando inmigrantes con un arma que, al inicio, iba provista de mirilla con láser. "Son los dos grandes traumas de Suecia", resume categórico el periodista Gellert Tamas que, tras dos años de trabajo invertidos en 40 horas de entrevistas con el criminal, el análisis de los 2.500 folios del sumario del caso, de los 20.000 de la instrucción del juicio, del diario personal de uno de los jefes de policía, del vaciado de 800 artículos periodísticos y la realización de 80 entrevistas (desde sus compañeros de clase o de mili a las víctimas o los carceleros), ha bajado a la mente infernal del xenófobo en El asesino del láser (Debate; La Campana, en catalán). Un retrato al más puro estilo del Nuevo Periodismo de un enfermo que lo estaba tanto como la sociedad que lo cobijó.
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