P. Usted ha dicho que le gusta la frivolidad.
R. Me encanta.
P. Leyendo sus libros o viendo su película no lo parece. Son más bien tristes. O al menos muy serios.
R. ¡Son serios en el fondo, pero también graciosos durante mucho tiempo! En fin, si el mundo fuera alegre, yo no escribiría. Y la palabra frivolidad es un poco peligrosa. No me gusta nada la futilidad, lo que no es profundo, lo que no mira al interior de las cosas. Pero la frivolidad es otra cosa: que a uno le guste ir bien vestido, reírse con tonterías... La frivolidad nos salva. Y por eso, muchas veces, las mujeres son menos aburridas que los hombres. Las mujeres pueden hablar de la muerte y dos segundos después del color de un vestido y las dos cosas forman parte de la vida. Eso es una forma de inteligencia.
P. Después de escribir sobre Sarkozy, ¿cambió su idea de los políticos?
R. Aprendí que son muy frágiles.
P. No lo parecen.
R. No son hombres fuertes, como los hombres de negocios, los médicos o los generales, por ejemplo. Buscan serlo, pero no lo son. Se parecen más a los actores, son personas heridas. Por eso eligen esa vida, como los actores que buscan la gloria. La gente que persigue cosas así, la gloria o gobernar, es porque arrastran alguna herida. Eso lo he visto con mis propios ojos. Además, necesitan estar todo el tiempo en movimiento. No viven una vida de verdad, no perciben el tiempo, huyen de él.
P. Cuando gana y se convierte en presidente de la República, le confiesa que por fin ha llegado pero que no es feliz.
R. Ahí demuestra que es trágico tener un sueño y cumplirlo.
R. Me encanta.
P. Leyendo sus libros o viendo su película no lo parece. Son más bien tristes. O al menos muy serios.
R. ¡Son serios en el fondo, pero también graciosos durante mucho tiempo! En fin, si el mundo fuera alegre, yo no escribiría. Y la palabra frivolidad es un poco peligrosa. No me gusta nada la futilidad, lo que no es profundo, lo que no mira al interior de las cosas. Pero la frivolidad es otra cosa: que a uno le guste ir bien vestido, reírse con tonterías... La frivolidad nos salva. Y por eso, muchas veces, las mujeres son menos aburridas que los hombres. Las mujeres pueden hablar de la muerte y dos segundos después del color de un vestido y las dos cosas forman parte de la vida. Eso es una forma de inteligencia.
P. Después de escribir sobre Sarkozy, ¿cambió su idea de los políticos?
R. Aprendí que son muy frágiles.
P. No lo parecen.
R. No son hombres fuertes, como los hombres de negocios, los médicos o los generales, por ejemplo. Buscan serlo, pero no lo son. Se parecen más a los actores, son personas heridas. Por eso eligen esa vida, como los actores que buscan la gloria. La gente que persigue cosas así, la gloria o gobernar, es porque arrastran alguna herida. Eso lo he visto con mis propios ojos. Además, necesitan estar todo el tiempo en movimiento. No viven una vida de verdad, no perciben el tiempo, huyen de él.
P. Cuando gana y se convierte en presidente de la República, le confiesa que por fin ha llegado pero que no es feliz.
R. Ahí demuestra que es trágico tener un sueño y cumplirlo.
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