miércoles, 10 de noviembre de 2010

“Porque la música si no conmueve no sirve de nada”

CARTA ABIERTA:

Querido Antony

[Por Gonzalo Maier]

Álvaro de Campos decía que los únicos ridículos son los que nunca escribieron cartas de amor. Y aquí me tienes. Porque mientras los reseñistas democratacristianos que viven en las medias tintas aseguran que "Swanlights", tu último disco, sobresale y brilla entre el resto, aunque no alcanza las cumbres nevadas y deliciosas de "I Am a Bird Now", yo sólo grito que estoy contigo. Pero a muerte, Antony. Tal como esos hinchas de Boca -doy por hecho que no sabes de fútbol, pero ya entenderás- que pese a los años y el colesterol aún saltan con el Diego. A diferencia de los comentaristas profesionales, Antony, comprendo que esto no se trata de canciones, sino de sinceridad. De cantar como si la vida se fuera en eso. Y realmente se va en eso. Y al menos yo estoy harto de esa tropa de farsantes que cantan pensando en las portadas de suplementos culturales, pero sin conmover ni a una quinceañera. Porque la música si no conmueve no sirve de nada. Es sólo la ejecución soporífera de un estudiante aplicado que nos ve morir de aburrimiento mientras repite una canción que ya hemos escuchado. Por eso, Antony, mientras esos críticos sedados siguen talando árboles para publicar sus bostezos, yo sigo aquí, gritando ridículamente tu nombre.

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